Y jugando a ser princesa
te convertí en mi caballero.
Y de mi pecho hice tu hogar,
y de mis brazos tu cielo.
Y queriendo volar alto,
te subí en lomos de Pegaso,
y te llevé al infinito
y te hice dueño
de mis sueños.
Te enredaste en mi melena,
la que tanto adorabas,
y yo me enredé en tu cuerpo,
al que tanto deseaba.
Te dejé vivir en mis sueños y
hacer tu nido en mi alma.
Fuiste tan mío y yo tan tuya,
Y jugando a ser princesa,
me caí de una estrella,
tu estrella y
encontraste a un hada,
que en tu
corazón anidaba, y me convertí
en la bruja mala del cuento.
Mis sueños ya se han ido,
ya no estoy en tus sueños,
ahora me he convertido en Cenicienta
de nuevo.
Ya han dado las doce, mi hermosura,
mis zapatos y mi vestido,
se han vuelto trapos feos,
y mi cara, ni te cuento.
Ya no soy la princesa de este cuento,
pero tú si que eres el príncipe para
el cuento de otra.
Me comeré la manzana envenenada de la bruja
y con mi muerte terminaré este cuento.
Hasta siempre caballero.
Luz María García Sánchez
hola
ResponderEliminarhermoso tu poema, pero es la cruda realidad,los sueños son tan solo ilusiones que hacen ver lo posible de lo imposible en esta realidad.
Si, tienes toda la razón.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme, espero que vuelvas por aqui otro día, un saludo.