Ver ese monumento, y por cada ladrillo, un muerto.
Ver esa torre de cristal y sentir,
que en ella se quedaron miles de sueños
sin cumplir, rotos por un fatídico momento.
Sentir la rabia de esas familias,
como algo nuestro, llorar al recordarlos,
con ellos.
Volver a sentir el abrir
de esa puerta al llegar a casa...
volver a escuchar en mis oidos,
en mi vida, en mi alma,
la bella y dulce voz que hoy
por desgracia yace callada.
Volver a sentirte a mi lado,
discutir, hablar, callar,
pero siempre a mi lado.
11-M, fatídico día que Dios
te quitó de mi vida.
Luz María García Sánchez
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